Con el pasar del tiempo en la tierra, llegas a conocer a
muchas personas.
Algunas muy parecidas a otros, otras muy distintas y
contrarias a uno.
Durante la vida tenemos muchos mejores amigos, personas a
quienes queremos, de igual forma, también personas que se van y que no volvemos
a saber de ellas.
La vida cambia y nos hace cambiar, nunca se queda quieto y a
veces desespera.
Cuando quisieras que todo se quedara quieto, se mueve mucho
más rápido.
Cuando quieres que el tiempo vuele, pasa más lento que un caracol.
Cuantas personas pasan por tu vida que terminas queriendo,
pero al final desaparecen y sin que te den cuenta, otras toman su lugar.
Nadie es eterno, todos vienen y al final se van, uno no
piensa en eso, hasta que pasa y solo queda aceptar que ya no están.
Aunque claro “soñar no cuesta nada” y creo que a muchos les
gustaría soñar, que esas personas regresen a ti.
Una foto, un video, un audio, un papel, un recuerdo, algo
que te devuelva a ese momento en el tiempo en el que fuiste feliz, puede
hacerte sonreir, llorar, pensar en que pasó.
Tantos que pasaron por mi vida, tantos que ya no están,
tanto que extraño, tanto que olvidé.
No es que haya tenido una vida larga o que los amigos me
llovieran del cielo, al contrario, soy de las que les cuesta hacer amigos, lo
que hace preguntarme “qué estoy haciendo mal”.
Mas el tiempo pasa y olvido poco a poco a los que ya no
están, y a los que recuerdo siempre no puedo hace más que extrañarlos.
La vida es una pista de carreras y cada uno un auto que
intenta ganar, no es de esperar que la vida pase tan rápido, ni que uno piense
más en uno mismo que en otros.
A los que ya no están, gracias porque existieron, y a los
que están, gracias por continuar, porque aunque no parezca, son pequeños puntos
de fuerza que son necesarios para todos.